Finales de agosto. Me apunto a la autoescuela a sacarme la licencia de ciclomotor, lo que viene siendo lo que le dan a cualquier bakala en este país que tenga a bien pasar 10 tardes en una autoescuela. La diferencia es que 28 años son muchos para ser bakala, pero no hay plan B. No pain, no gain.
Principios de octubre. En la autoescuela se toman con calma lo de ir a Tráfico para recoger el papelajo que me permitirá comprarme la moto, pero finalmente llega 400 llamadas de teléfono después.
Finales de octubre. Doy la señal que dice que en un mes voy a ser un nuevo individuo a tener en cuenta en los atascos de Madrid.
Finales de noviembre. El mismo día en el que la leyenda urbana de que a la Alameda de Osuna algún día llegará el Metro se hace realidad, me llaman para que vaya a recoger la moto. Me subo. Como es la segunda vez que la cojo en mi vida, casi me doy una hostia en la primera recta. A los 3 minutos la moto y yo somos un sólo ser. A los 5 la moto se para, ya que por lo que parece el esputo de gasolina que llevaba el vehículo en el depósito no da para más. Vuelvo a la tienda y me lo rellenan como para llegar a la gasolinera.
Y ya está. Para mi esto es al mismo tiempo un avance y un reto... no sé, aquí el tráfico no es ninguna gilipollez y he tenido malas experiencias con algunos vehículos así que lo de subirme a una moto para mi tiene algo de superación. Aunque sea de 50cc.
Este fin de semana, cuando la lluvia lo ha permitido, he dado algunas vueltas por la ciudad y ha sido maravilloso. De repente parece que Madrid está comprimida y que los sitios no están tan lejos unos de otros. Otro de los milagros es que sobre la moto sí parece que estemos en otoño. Frío? Ya lo creo.
Principios de octubre. En la autoescuela se toman con calma lo de ir a Tráfico para recoger el papelajo que me permitirá comprarme la moto, pero finalmente llega 400 llamadas de teléfono después.
Finales de octubre. Doy la señal que dice que en un mes voy a ser un nuevo individuo a tener en cuenta en los atascos de Madrid.
Finales de noviembre. El mismo día en el que la leyenda urbana de que a la Alameda de Osuna algún día llegará el Metro se hace realidad, me llaman para que vaya a recoger la moto. Me subo. Como es la segunda vez que la cojo en mi vida, casi me doy una hostia en la primera recta. A los 3 minutos la moto y yo somos un sólo ser. A los 5 la moto se para, ya que por lo que parece el esputo de gasolina que llevaba el vehículo en el depósito no da para más. Vuelvo a la tienda y me lo rellenan como para llegar a la gasolinera.
Y ya está. Para mi esto es al mismo tiempo un avance y un reto... no sé, aquí el tráfico no es ninguna gilipollez y he tenido malas experiencias con algunos vehículos así que lo de subirme a una moto para mi tiene algo de superación. Aunque sea de 50cc.
Este fin de semana, cuando la lluvia lo ha permitido, he dado algunas vueltas por la ciudad y ha sido maravilloso. De repente parece que Madrid está comprimida y que los sitios no están tan lejos unos de otros. Otro de los milagros es que sobre la moto sí parece que estemos en otoño. Frío? Ya lo creo.
[Escuchando: 1,2,3 sombra - Standstill - Vivalaguerra (1:20)]
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